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jueves, 26 de marzo de 2015

Dejarse alcanzar

Teresa Valenti Batlle M.C.J.
La Cuaresma es tiempo de volver a lo esencial, de nacer de nuevo, de dejarnos alcanzar por Aquel que me amó y se entregó por mí. El camino cuaresmal nos va acercando a la luz, a ese regalo que gratuitamente nos da el Hijo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él, no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3,16).
Dios ama el “mundo”. En este mundo estamos tú y yo y todos ustedes; somos amados con un amor personal que nos pide “dejarnos alcanzar”. Nicodemo era una autoridad judía, de posición acomodada y quería dejarse alcanzar por ese Reino del que Jesús hablaba, pero “había que nacer de nuevo”, eso le resultaba extraño. Buscaba la LUZ y en las “tinieblas”, de noche, nos dice el Evangelio, fue a buscar a Jesús. Tenía fe. 
La fe es encuentro, la fe se abre y confía en el Dios que ama a la humanidad, al ser humano, en concreto, a cada uno de nosotros. La luz, la alegría, la confianza, la entrega generosa, sin límites, pertenecen a la fe. Ella es don gratuito cuando nos dejamos alcanzar por el Dios que salva desde su ternura y misericordia. “Volé tan alto, tan alto, que di a la caza alcance” (J.de la Cruz). En ese querer volar está nuestra fragilidad sostenida por su amor. Ese Amor nos libra de las mil esclavitudes y nos llena de deseos de unión hasta verle cara a cara, donde seremos todo en ÉL.
La condena no pertenece a Dios; el rechazo de felicidad la fragua y la lleva a término el propio ser humano en su dureza de corazón. El “mundo” es el lugar donde se manifiesta el amor de Dios. Si lo rechazamos, aparcamos su amor sin límites, somos seres envejecidos, “duros de cerviz”.
 Cercanos ya a la Pascua, podríamos reflexionar, hacer una pausa y preguntarnos: ¿en qué consiste hoy, para mí, “amar el mundo”. ¿Supone un compromiso de transformación? ¿Me implico en el proceso de “nacer de nuevo” en mi entorno? ¿Respeto su autonomía? En este tiempo que me queda de Cuaresma ¿Cómo puedo iluminar más mi vida de creyente?
Necesitamos acciones y palabras luminosas. Cuando nos “dejamos alcanzar” la luz invade nuestro corazón. Nicodemo va a Jesús buscando una renovación interior; a menudo, personas con muchas ideas, estudios, etc., pueden ser personas envejecidas. Jesús, en su diálogo con Nicodemo, le plantea el “nacer de nuevo de agua y de espíritu”

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