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martes, 12 de enero de 2016

Avance en la justicia no es reconocida por pesimistas dominicanos

John Garrido.
John Garrido
El llamado pesimismo dominicano es el más formidable obstáculo cultural que enfrenta la institucionalidad y la construcción de la democracia, pues bloquea la confianza en uno mismo e impide el avance requerido.
Esta corriente de pensamiento cuyo principal representante fue José Ramón López, quien a finales del siglo XIX conjuntamente con otros intelectuales de la época la desarrollaron ha seguido influenciando en el análisis que hacen los creadores de opiniones de nuestra instituciones y de la democracia en el siglo XXI. Lo que identificaba este pensamiento se basó en la idea de que los rasgos raciales y culturales nos inhabilitaban para la construcción de una sociedad viable.
Por todo ello y partiendo de la afectación de este pensamiento afirmo categóricamente que no es cierto todo lo que se dice del sector justicia. De que todo está mal, de que todo está peor y que todo ahí está perdido.
Los avances y logros en el sector justicia o sistema de justicia como le llama la Constitución son evidentes y tangibles. La creación de la Escuela Nacional de la Judicatura (ENJ), la Escuela Nacional del Ministerio (ENMP), la eliminación de la práctica de elaborar sentencia en despachos y oficinas de abogados, la creación de mecanismos legales de promoción y remoción de jueces, la independencia del Poder Judicial, la inamovilidad del ministerio público, la creación de las altas cortes, la constitucionalidad de la defensoría nacional pública y defensor del pueblo, la creación de departamentos de asuntos internos de la policía nacional, de jueces y del ministerio público constituyen pasos gigantes de avance y progreso en el sistema de justicia dominicano.
De igual modo se puede decir que la formación de varias asociaciones que agrupan a los jueces y otra del ministerio público constituyen espacios de contrapeso dentro de esas instituciones que permiten su fortalecimiento.
Por su parte el nuevo código procesal penal y su reciente reforma, el nuevo código penal, la figura del consejo nacional de la magistratura, los proyecto de leyes en el área del derecho civil, tales como código civil, comercial, procesal civil y la implementación de numerosas leyes de corte penales son impulsos jurídicos que permiten una mejor administración de justicia.
La reacción de la justicia respeto al apresamiento y sometimiento a jueces, ministerio público, y policía por supuesta conductas fuera de la ley realizado por miembros de esas instituciones no es un indicador de que todo está mal en la justicia o de que exista una crisis. Todo lo contrario, esta reacción constituye una manifestación de institucionalidad y de cumplimiento legal.
Muchas de la cosas malas que se dice del sistema de justicia es motivada por gentes que quieren jueces complacientes, jueces que fallen por presión de la bulla del pueblo, desean jueces mediáticos, quieren juzgadores que se comprometan con la lucha contra la delincuencia, jueces que tapen y dejen pasar por alto las debilidades procesales de los casos penales, en fin quieren jueces que dicten sentencia por rumor público y no por las normas jurídicas y claman por jueces que emitan sentencias de corte populista.
La construcción de la democracia nunca termina y las instituciones siempre deberán estar en permanente y constante evolución para que las mismas sean mejores. Sacar y enfrentar lo malo en una institución es también una señal de avance pero no de crisis.  
El autor es director de la firma de abogados Inteligencia Penal.

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