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domingo, 15 de mayo de 2016

A romper tradición

A romper tradición
Por: JULIO MARTINEZ POZO
Con la participación masiva de los 6 millones 765 mil 73 electores convocados a las urnas este domingo 15 de mayo la democracia dominicana entra en una etapa de consolidación a 54 años de su restablecimiento, después de la decapitación de la dictadura trujillista.
No es más longeva porque la frustración que generó en una parte de la sociedad, la  derrota del prócer de la tercera República, Francisco J Peynado, en aquella contienda de 1924 en la que Horacio Vázquez y Federico Velázquez se aunaron para cerrarle el paso, condujo a muchos jóvenes brillantes a la alianza fatal con Rafael Leónidas Trujillo.
En todas nuestras elecciones, con justificación o sin ella, ha rondado el fantasma del fraude, lo que ha contribuido al diseño de un arbitraje electoral que es modelo en toda la región, y aunque siempre hay ruidos y escarceos ha primado el respeto a la voluntad del elector.
Son escasos los momentos  en los que un partido que haya perdido, reconozca que la derrota ha sido producto de sus propios errores o de su incapacidad para entusiasmar y esperanzar a la población.
La falta de una ley de partidos y de una nueva ley electoral, crean distorsiones que deben ser superadas, por lo que el terreno no siempre se aplana en las mismas condiciones, pero eso no ha impedido que el pueblo tome la decisión de desplazar del poder a quienes compiten con las ventajas que proporciona.
En 1978 Joaquín Balaguer compitió desde el poder, y el electorado lo sacó de Palacio; En el 2000 el PLD perdió las elecciones desde el poder; en el 2004, quien estaba en dominio de los recursos del poder era Hipólito Mejía, y fue derrotado.
Otra característica  es que el vencedor puede ganar por margen amplio o estrecho y en pocas oportunidades el perdedor ha reconocido  y felicitado al vencedor:
En las primeras elecciones democráticas celebradas en el país Juan Bosch derrotó a Viriato Fiallo, con el más alto porcentaje registrado hasta este momento, 59.53% versus 30.8%, y Viriato se fue a la tumba sin haber reconocido la victoria de su contrincante.
En 1966 Joaquín Balaguer venció a Juan Bosch, que es cierto que no tuvo oportunidad de hacer campaña, pero también lo es que las encuestas que ya se hacían para la época siempre establecieron que el favorito era Balaguer.
En 1970 y 1974, la principal oposición, el Partido Revolucionario Dominicano de abstuvo, y enfrentaron a Balaguer candidatos que no tenían posibilidades algunas de vencerlo, y ni reconoció Corides su derrota en el 70, ni Lajara Burgos en el 74.
En 1978 el PRD barrió al Partido Reformista Social Cristiano, y hubo propuesta de autogolpe de Estado y un llamado juntazo que mutiló varias de las senadurías ganadas por la oposición, y gracias a las presiones del los presidentes Jimmy Carter, de Estados Unidos y Carlos Andrés Pérez, de Venezuela, hubo acogida de la voluntad de los electores.
En 1982 no hubo problemas para reconocer la victoria de Salvador Jorge Blanco, pero  se quitó la vida en la transición el presidente Antonio Guzmán; en 1986 hubo crisis y Jacobo no reconoció su derrota, como tampoco lo hicieron Juan Bosch en 1990, Peña Gómez en 1994. En las tres oportunidades se alegó fraude.
En 1996/ 2000/2004/2008 hubo aceptación a regañadientes, y en el 2012 aún se espera que Hipólito Mejía reconozca la victoria de Medina.
Ojalá rompamos esa tradición.

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