Por: Ramón Cruz Benzán
SANTO DOMINGO.-Protegido por un cerrado silencio y alrededor suyo un espectacular dispositivo de seguridad camino al tribunal donde le serían conocidas medidas de coerción, como imputado por un complicado caso de corrupción, el general Adán Cáceres Silvestre exhibió ayer sus dotes impasibles mientras los medios casi desvanecían por lograr de él un comentario sobre su situación, que al final terminó en fracaso.
El jefe de escolta del expresidente Danilo Medina, con chaleco antibalas y casco protector, fue bajado por una estrecha escalera que da acceso a la primera planta próximo a la sala de audiencia, donde se conocía la audiencia, mostrando siempre una apariencia ajena a cuanto ocurría en ese entorno.
El general, que mantenía su mirada firme e ignoraba los laterales, caminaba ante la presencia de decenas de periodistas, fotógrafos y camarógrafos de televisión que esperaban desde temprano en la mañana en todos los ángulos del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva.
Por la misma escalera pasó la pastora Rossy Guzmán Sánchez, con chaleco antibala y casco protector. Se mantuvo cabizbaja ante la mirada de decenas de personas que trataban de conocerla entre el grupo en línea hacia la audiencia, pospuesta para este viernes, a las 10 de la mañana.
Detrás de la pastora, una asimilada de la Policía, seguía su hijo, Tanner Antonio Flete Guzmán, y Raúl Alejandro Girón Jiménez, quienes fueron llevados al tribunal por agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciarios. El primero en ser conducido al tribunal fue el teniente coronel Rafael Núñez de Aza.
“Si bien no en mi contra”, esa investigación, es de “conocimiento público que aborda algunos servidores de esta institución, cuya reputación estamos todos en el deber de proteger”, dijo el alto rango militar.
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