
Por Ángel del Carmen
-El cuento de nunca acabar, es ver como la fingida humildad se desmorona en aquellos que consiguen poder con la conquista del voto, es como un boomerang con protagonistas distintos que como hemorragia invade a los autores.
Esos engreídos y prepotentes, tuvieron que simular ser humildes en momentos de necesidad para alcanzar su objetivo y luego atropellar a quienes le dieron alimento en las urnas.
Me refiero a esos impostores, farsantes que estaban y ya no están, a los que están; “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante”.
En quién creer?
Gracias por leerme, solo tenemos el oído en los problemas del pueblo.
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